sábado, 2 de febrero de 2008

De Mahler a Darth Vader

Resumiendo


Sé que hace días que no escribo pero es por la pereza de sentarme ante el ordenador después de una jornada larga e intensa.


Estos días han sido... buenos. Buenos de verdad. Por supuesto no estoy hablando de lotería ni de fondos de inversión. Hablo por ejemplo de haber ido con Nino... uy, creo que no he hablado antes de ella. Es una gran amiga georgiana. Voilà:







Ya me decía el Doctor Gaidon que esto iba a ocurrir. Me advirtió que si salía de casa un domingo al mediodía, sin rumbo, con Nino, no regresaría sin que algo hubiera cambiado. Tomamos el metro con la idea de pasearnos por Beaubourg (=Centro Pompidou). Fuimos a la librería, nos desesperamos eligiendo "los libros que nos compraríamos si..." y continuamos paseando en busca de más actividades gratuitas, es decir, acordes con el presupuesto previo a final de mes.

El gran exceso de la tarde fue una crepe de jamón y queso. Mientras comíamos paseamos hasta llegar Notre Dame. Ahí nos dimos cuenta de que nunca habíamos entrado, así que aprovechamos. Como era de esperar en domingo, entramos en plena eucaristía. Primero paseamos silenciosamente junto a otros turistas por la nave de la derecha. Se percibía en el ambiente la calma de los creyentes en la nave central y el respeto casi místico de los visitantes que observaban la parte trasera del altar, con unos arcos que daban paso a nuevas naves, difuminadas como si hubiera entrado la niebla, como si fuera un cuadro del diecinueve. Ésto, el botafumeiro y las voces del coro.

Nino y yo nos instalamos en la nave central, seguimos la ceremonia con el mismo silencio con que lo hacíamos en nuestras respectivas escuelas. Por supuesto ella estaba acostumbrada a un ritual ortodoxo de unas tres horas de duración, de pie, y yo a uno de apenas una hora, casi siempre sentada, pero nos adaptamos al término medio ofrecido. Y el coro. Ni siquiera el sonido de las fotos molestaba. Qué coro!


Al salir tuvimos que respirar y darnos cuenta de que no, de que el jorobado no iba a aparecer.

Seguimos nuestro paseo hasta el Cafe de Flore, cerca de Saint Germain. Un cafe antiguamente frecuentado por los artistas e intelectuales de la época. Ahora solo queda la nostalgia, los turistas y los franceses con abrigos a pagar por plazos. Así que seguimos nuestra excursión y, veinte metros más tarde, Chopin.


Un hombre con su piano, al lado de la iglesia de Saint Germain, tocaba Chopin y unas 8 personas aguantamos con él bajo la lluvia. Después de 20 minutos buscamos nuestros últimos 2 euros y se los dimos. Una buena inversión.


¿Qué hacemos ahora? Jazz. Me acordé de la Cave des Oubliettes, donde había estado con Berty, Pato, Blanca y Hermes. Recordé el leiv motiv: "jam session gratis" y fuimos, sin dudarlo. El concierto empezaba a las 10 así que nos sentamos un rato en el puente entre Notre Dame y Saint Michel, sobre el Sena. Recordamos una conversación entre Nino y otra persona:

X - De dónde eres?
Nino - De Georgia
X - De Rumanía?
N - No, de Georgia
X - De Hungría?
N - Ok, de Hungría


Y otra conversación:

Y - De dónde eres?
Nino - De Georgia
Y - Eres refugiada política?
Nino - No. Soy stagiere (becaria)
Y - Pero de Afganistán vienen muchos refugiados políticos
Nino - Yo soy de Georgia
(5 minutos más tarde)
Y - Cuándo llegaste de Afganistan?
Nino - zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz


La jam empieza y, viendo que íbamos a tener dificultades para irnos dada la alta calidad de lo que estaba ocurriendo, nos miramos y nos dijimos: "tenemos que tomar el último metro, eh!", "sí, sí!". Cada vez que nos levantábamos venía un momento mejor. Cuatro saxos, un bajo, dos guitarras, batería, otro saxofonista de rodillas frente a una chica declarándole con sonidos "vete tú a saber qué". Conocimos a un artista con crisis existencial tipo "no entiendo lo que hago y no entiendo por qué otros hacen lo que hacen". PERO CÓMO NOS VAMOS A IR!!!


En fin, volvimos andando pero fue un buen día. Un buen fin y principio de semana, estaréis de acuerdo.


Lo del título de esta entrada, tiene una explicación pero veo que me he ido por las ramas. Lo siento. Otra vez será.