domingo, 21 de octubre de 2007

¡Montmartre existe!

El derecho a ser guiri:

Antes de nada... Blanca, ¿os he hablado de ella? Bueno, ella me llama "compañera de guerrilla" en su blog así que lo mantendremos. Me parece correcto :-) Amiga de Arnau, viene de Barcelona y nos hemos conocido aquí en París. Estas 2 semanas hemos sido inseparables, así que... bueno, qué menos que hacer una mención especial! Más que nada que veréis que es una constante en las fotos de estos dos días y no quiero que penséis que estoy pagando a alguien para que se haga pasar por mi amiga ni nada de eso. No, es un favor mutuo que nos hacemos ;-)

En fin! Vamos allá:





Bienvenidos a Montmartre, ¿os suena? Sí, por aquí corría Amelie en la película. A la izquierda de la foto, es decir, fuera de la foto, el tíovivo, a la derecha, no me acuerdo y, en frente, el Sacré Coeur. Cogimos el funicular y llegamos arriba. Voilà:















Unas vistas increíbles de la ciudad. Por segunda vez, pude ver una puntita de la Torre Eiffel ilumanada. A la derecha, de nuevo fuera de la foto. Ergo, al parecer sigue ahí aunque aún no la he visitado. París de noche es una maravilla. ¡Qué os voy a contar! Fascinante.

Así pues, aplicando el artículo 1/20 del código de derechos de los guiris, Blanca y yo nos sentamos en las escaleras de espaldas al Sacré Coeur y pasamos el rato mirando el paisaje, bien acurrucadas, manos escondidas y columna vertebral bien curvada con el objetivo de disfrutar -sin tiritar mucho- de la banda sonora: un guitarrista cantaba piezas de hoy y de siempre de REM, Oasis, Nirvana, eeeeeeh, REM... (Blanca, aprovecha tu comentario solidario para añadir más nombres a la lista :P Me he quedado en blanco). El caso es que lo hizo muy muy muy muy bien.


Cuando cambió el cantante detectamos que la magia se desvanecía a causa de una especie de "momento karaoke", ya sabéis, cantar bajito, gallos... Así que aprovechamos para ir en busca de la cena.














Acabamos en una especie de "Bar Pepe" italiano y comimos una pasta y pizza buenísimas a un buen precio. En fin, mientras cenábamos nos informamos por la tele de que Inglaterra perdió. Vimos que el rugby es efectivamente un deporte y que, aunque todos los jugadores acaben amontonados, se pueden llegar a diferenciar dos equipos. No es que estén desordenados, sino que hay un orden interno muy particular. Hicimos bien en ver el partido, si no nunca habría sabido de dónde salía tanto inglés en el metro con camisetas blancas y chorretones de vino.




Viernes en fotos


Blanca e Irene en Saint Michel...



Chez Blanca et Marie


En busca de unas prácticas...
...en el Centro Georges Pompidou