martes, 4 de noviembre de 2008

30 de mayo de 2007

Y dice que dice que...

La masturbación es un placer. El ensoñamiento de un Dios independiente y autónomo a un ritmo perfecto. Quedan lejos los sentimientos inadecuados, las miradas confusas, el riesgo de la nostalgia futura.

¡Soy la gran masturbadora! Puedo hacer sentir a todo el mundo bien… consigo mismo! …y que el silencio sea una grande y hermosa propiedad privada en la que la respiración es la reina.

Querida Cleis Diotima,

Esta mañana ha empezado a echar humo la lavadora. Justo en el programa 7, cuando empezaba a centrifugar, la vecina de arriba me llamaba (hola, hola!!) para que me asomara a la galería. La misma a la que un par de veces he ido a ver para devolverle las bragas. Le he dado las gracias y he movido todos los objetos que rodean la lavadora, el mueble de los productos de limpieza, la ropa limpia acumulada encima de ella, la escalera de detrás, el carrito de la compra. Todo. Estaba dispuesta a empezar la épica tarea de quitarle la tapa para ver que es lo que fallaba. Pero cuando he estado a punto, he preferido sentarme en el sofá, mientras el pasillo seguía obstruido por toda esa cantidad de trastos acumulados fuera de lugar. Tal vez lo haga ahora, en breve.

No es una metáfora. Puede que un síntoma, pero no una metáfora. Las metáforas no son tan interesantes.

Así pues he fumado más que nunca. De hecho ahora estoy fumando. La tele está encendida y hay una película sobre la América profunda. De esos pueblos de campo en que un profesor cojo se f**** a la alumna salida de diecisiete años. Retiro lo de “salida”. Es un juicio. Pura psicología.

He estado pensando. Eso es malo. O, mejor dicho, excesivo. No hace falta invertir toda una mañana para darme cuenta de lo que está pasando. Estoy enamorada de todo lo que no podré tener; de lo que no voy a intentar tener, para ser sinceros. El teatro, tú, el tiempo, él, el otro… Todo tiene un nombre, ¿verdad? El miedo también tiene nombre igual que el valor. Se llaman “yo”. Pero no siempre llegan a un acuerdo de superación. Se ahogan mutuamente. Siento no haberte escuchado.

¿Qué hago? Dime. ¿Me enamoro? O no. Creo que un día mencionaste la respuesta, pero, lo siento, de nuevo no te escuché.

En las últimas semanas he visto un par de miradas que me gustaría tener a mi lado el resto de mi vida. Pero creo que jamás lo estarán. Créeme, no es victimismo. Conozco las circunstancias.

He apagado la tele, he empezado a morderme las uñas, de nuevo. No me gustan mis manos, sí para comérmelas, claro. Tal vez el auto-canibalismo no sea muy distinto a la masturbación. Igual que pintar encerrado y clausurar las láminas en una carpeta negra. Todo un espacio privado para ti sola. ¿Cuánto tarda la atmósfera en estar sobrecargada? No mucho… eh!

En fin, te dejo. Voy a fumar de nuevo, ducharme y salir volando hacia el trabajo. Supongo que, de nuevo, pasaré una tarde deseando encontrar el valor para invertir un tiempo en algo que no sé a donde me llevará pero que, seguro, me exiliará del Estado de Onanismo.

Nos vemos en breve.

Querida Cleis Diotima,
¿Cómo lo lograste?


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